jueves, 8 de agosto de 2013

Letargo.

Miró al halcón con ojos comprensivos. Por unos instantes pensó en liberarlo, pero desechó la idea al contemplarlo con detenimiento: el animal era viejo y llevaba demasiados años encerrado como para tener fuerza alguna en sus alas.
Aunque dejara libre al halcón, no sobreviviría por mucho tiempo cuidándose él solo. Pudo haber sido un animal salvaje antaño, pero ahora solo puede alegrar su alma evocando recuerdos. Recuerdos que no volverán a repetirse. Recuerdos que, como a ella, le podían sacar alguna que otra sonrisa u lágrima pero, al fin y al cabo, solo son imágenes producidas por su memoria.

El suspiro se produjo simultáneo al piar y batir de alas del halcón, que casi no podía extenderlas dentro de la destartalada jaula.
Se produjo un encuentro visual en el que ambos hallaron reconocimiento.

-Demasiada vida para tan poca jaula-murmuró en voz baja al halcón.

Se puso un guante y abrió la puerta de la jaula. Acercó su brazo a la obertura y el decrépito animal se posó en su brazo. Aprovechó su "libertad" para batir las alas durante unos segundos y piar fuertemente: sabía que no tardaría en ser enjaulado.

Se sentó en el sofá con el halcón todavía posado sobre su articulación y le acarició el pecho suavemente al tiempo que entonaba una canción triste y melódica.
Se perdió en su propio mundo, mirando a la nada y acariciando al animal de manera inconsciente y automática.

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